El artista salmantino Agustín Casillas presenta la que supone su primera exposición en solitario en la provincia de León, en la que ha incluido 75 esculturas dentro de la muestra que la Obra Social de Caja Duero ha organizado en el Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación Provincial, y que permanecerá abierta al público hasta el próximo 30 de noviembre. Una muestra que reúne obra retrospectiva y actual. Casillas explicó que las obras seleccionadas para la muestra están fabricadas en hormigón, bronce, tierra cocida, piedra y alabastro, y la temática abordada va desde los personajes del campo, hasta sus maternidades o protagonistas del mundo literario, artístico, mitológico y religioso. Entre las esculturas que el artista ha traido a León para esta exposición se encuentran las de más reciente creación y también algunas de las más antiguas, como la titulada Serrano salmantino, fechada en 1967. Con su arte, dijo, pretende que se establezca «un diálogo entre el autor y el contemplador». Como homenaje a León, Agustín Casillas ha querido incluir en este amplio lote de esculturas una sobre el personaje de La Pícara Justina y otra del Estudiante fullero. El trabajo de Casillas, considerado artista «de muy amplios matices, dominador de su oficio y enamorado de su arte», utiliza tanto el bronce como el hormigón, el alabastro, la piedra o el barro cocido. A propósito de su obra, Carlos Brasas ha escrito que «sus emotivas esculturas, a veces de pequeño formato, nos muestran a un artista vigoroso y delicado al mismo tiempo, un creador rotundo, sereno y sobrio, que de continuo hace una interpretación profundamente humanística de los seres cotidianos y anónimos, logrando verdaderos arquetipos raciales de una tradición poética y entrañable hoy casi perdida». La maternidad Sobre la serie de esculturas que el artista salmantino ha dedicado a las maternidades, el escritor e historiador leonés José Luis Puerto afirma que «hay hacia la mujer, tal y como se plasma en estas esculturas, un acercamiento amoroso por parte del artista y lleno a la vez de respeto, de intensidad, aunque matizada por un pudor y una sobriedad muy características de la meseta».