La tradición escultórica de Agustín Casillas pertenece a un tipo de realismo contemporáneo esencializado y moderno, en la estela de escultores contemporáneos tan importantes con Julio Antonio o los castellanos Victorio Macho, Emiliano Barral, Baltasar Lobo o el bejarano Mateo Hernández, sin olvidar al también salmantino Venancio Blanco
Este pasado tres de febrero, en el salón de recepciones del Ayuntamiento de Salamanca, a las ocho de la tarde, ha leído su discurso de ingreso en el Centro de Estudios Salmantinos (CES) nuestro entrañable escultor Agustín Casillas, del que, en su momento, fue elegido miembro de honor. Su discurso llevó el título de “Gente nuestra” y fue contestado por el también miembro del CES Francisco Morales Izquierdo.
Agustín Casillas es uno de los grandes escultores salmantinos contemporáneos. Su gran dominio del arte de la escultura, así como su muy depurada técnica, hacen que sea un maestro incuestionable en el arte de esculpir. Y es dueño, además, de un estilo inconfundible.
Es, por otra parte, el escultor que más obra artística tiene en el espacio urbano público de la ciudad de Salamanca, hasta el punto de poder decir que el urbanismo salmantino constituye un verdadero museo al aire libre de la obra de Agustín Casilla. Bástenos recordar dos ejemplos eximios: las figuras de Lázaro y el ciego junto al puente romano; o la del príncipe Don Juan, junto al palacio de Monterrey; entre otras muchas. Es deliciosa –y no queremos olvidarla– la figura del niño lanzando un avión con la mano, que se encuentra en la glorieta de la avenida de Alemania.
Esa es la constelación o estirpe artística a la que la escultura de Agustín Casillas pertenece. Y no es extraño que nuestro artista haya elegido como título para su discurso de ingreso en el CES el de “Gente nuestra”, ya que uno de los temas esenciales de la obra escultórica de Agustín Casillas es el de tipos populares de Salamanca y de su provincia.
Se trata de tipos populares que provienen de nuestro mundo, de nuestro terruño, de nuestra raíz telúrica y que Agustín Casillas ha sabido inmortalizar con su cincel y con sus manos. Y, de este modo, conocemos hermosas esculturas de Agustín Casillas dedicadas a tamborileros, campesinos, pastores, mujeres de nuestro agro, ancianos y ancianas…, toda una galería de tipos que nuestro escultor salmantino ha elevado a la categoría artística, universalizándolos y dándoles esa pátina de belleza y de veracidad, que solo logra quien conoce esa realidad popular de modo muy profundo, desde dentro, y sabe a la vez plasmarla con una belleza incuestionable.
Nunca, como en la escultura toda de Agustín Casillas, el espíritu de nuestra tierra, las gentes de nuestra tierra han sido mostradas de modo tan hermoso y verdadero en una obra de arte.