Agustín Casillas: El barro en esencia pura
Desde sus primeros pasos artísticos, huye del realismo de las formas e indaga en el interior de personas y cosas. Le interesa tanto más lo que tienen que decir todas ellas que aquello que enseñan. Busca la belleza interior y la encuentra. Huye del agudo choque de planos que endurecen la mirada y los suaviza con la ayuda del mínimo viento de la meseta. Crea oquedades por las que resbala la sombra en una fácil transición desde la luz, y en ellas va depositando su dulce lenguaje, bien sea en sus ensoñaciones mitológicas, en esa gente del pueblo que hace suya, en sus personajes reales o literarios o en ese tratamiento amoroso y delicado con el que representa a la mujer.
Por eso he dicho siempre que Agustín Casillas es el hombre que amó, vivió y sintió el barro como vida propia